En el artículo anterior se habló de la historia de Japón desde los periodo Heian (794) al Muromachi (1568). Esta vez hablaré de los periodos Azuchi-Momoyama y Edo (1573-1868).
Periodo Azuchi-Momoyama (1573-1603)
Después de establecerse en Kyoto, Nobunaga luchó contra los monasterios budistas más poderosos, y sobrevivió a sus adversarios al Este: Takeda Shingen y Uesugi Kenshin, que murieron antes de poder enfrentarse a Nobunaga. En 1582 fue traicionado por su general, Akechi. Toyotomi Hideyoshi, otro general que peleó con Nobunaga reaccionó rápidamente y derrotó a Akechi. Finalmente en 1590 se logró por primera vez unificar a todo Japón. Para asegurar la estabilidad del país, Hideyoshi destruyó varios castillos, confiscó las armas del campesinado y obligó a que la clase militar se replegara.
Este periodo también fue de intolerancia hacia la influencia occidental. Hideyoshi prohibió la conversión al cristianismo y ejecutó a varios monjes franciscanos como una advertencia. El periodo concluyó con declive en el poder de Hideyoshi, luego de intentar fallidamente conquistar China en 1592. Finalmente Hideyoshi falleció en 1598, el mismo año en el que su ejército había evacuado la península de Corea. Su sucesor fue Tokugawa Ieyasu.
Periodo Edo (1603-1868)
Tras la muerte de Hideyoshi, este proclamó a Hideyori como su sucesor. Sin embargo, Tokugawa rompió su promesa de respetar la decisión de Hideyoshi y derrotó a su sucesor en la batalla de Sekigahara en 1600. Después de eso, Ieyasu adquirió poder ilimitado que le permitió redistribuir las tierras entre sus generales más leales. Además de las reformas internas, Ieyasu estableció relaciones comerciales con países occidentales como Holanda e Inglaterra, pero siguió condenando al cristianismo.
En 1633 tuvo un giro la política exterior de Ieyasu con su sucesor, Iemitsu. Este prohibió los viajes al extranjero y en 1639 redujo sus relaciones comerciales con China y los Países Bajos. La importación de libros también quedó prohibida. Pese a todo esto, Japón tuvo en este periodo un crecimiento saludable, y la cultura popular vio un florecimiento sin precedentes. Nuevas formas de arte como el Kabuki y el Ukiyo-e se volvieron populares.
Pese a la estabilidad que se logró en el periodo Edo, los desastres naturales y los periodos de hambre hicieron que los daimyo dependieran del gobierno central, que continuaba alzando los impuestos para recaudar fondos. La segunda mitad del periodo Edo se caracterizó por un gobierno plagado de corrupción. Para finales del siglo XVIII las potencias occidentales presionaron para que Japón abriera su comercio hacia el exterior. El Comodoro Perry fue quien consiguió someter a Japón a que accediera a ello.
Por todo lo anterior, el descontento general de la población se hizo manifiesto. La presión de varios grupos de interés hicieron que la capacidad del gobierno decayera. Finalmente se restauró el imperio Meiji. En el siguiente artículo hablaré de este periodo.
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