El boro es una prenda utilizada por campesinos, comerciantes o artesanos en el periodo Edo hasta el periodo Showa (más o menos del siglo XVII al XIX). En la era feudal, la mayoría de la clase baja eran campesinos, y no muchos podían comprar vestuarios como el kimono u obi que compraba la aristocracia. La ropa se hacía a partir de materiales más baratos, pero no por ello menos bellos.
Literalmente traducido como “harapos” o “piezas de tela”, boro (ぼろ) se utiliza también para describir prendas y utensilios del hogar que han sido parchados y reparados una y otra vez. Una vez que se hacía la prenda, ésta se remendaba a lo largo de la vida de su propietario, y a veces incluso por más tiempo. El algodón era escaso en Japón, pero no la fibra de cáñamo, que se tejía en casa para formar patrones llamativos. El algodón se tejía con la fibra de cáñamo para que fuera térmico.
La tela del boro está tejida de manera sofisticada por las mujeres que lo hacían. Para las familias campesinas, cada prenda debía durar lo suficiente como para poder pasar a la siguiente generación, y el uso diario implicaba arreglarlo constantemente. Cada tela es única, ya que cada mujer hacía su propio diseño o patrón.
El boro como ejemplo de la filosofía mottainai
El boro nace de la concepción del mottainai, que se refiere al aprovechamiento de las cosas mientras sean útiles. Su atractivo no radica solamente en el colorido azul o su aspecto harapiento, o en la ecología de esta prenda. Esta ropa se teje y remienda por generaciones, por lo que tienen una larga historia. El boro describe perfectamente la situación de muchas familias en el periodo feudal.
En las casas rurales, la familia completa solía dormir en un solo futon. Incluso había prendas como el donja que eran extremadamente grandes, pues eran utilizados para que toda la familia se abrigara con este abrigo. Así, estando todos juntos podían sobrevivir a los inviernos fríos.
El bodoko, traducido como “tela de vida” es otro ejemplo. Usualmente era utilizado como una frazada, aunque también se podía utilizar al momento de dar a luz. Las mujeres se sujetaban a cuerdas atadas al techo y se inclinaban sobre el bodoko. Lo primero con lo que entraba en contacto el bebé eran capas de tela utilizadas por sus ancestros.
Hoy en día el boro es apreciado como una artesanía, y se ha vuelto objeto de colección. También ha llamado la atención el principio de aprovechar todo y no desperdiciar nada, un concepto que hoy por hoy va adquiriendo importancia.
Para aprender más sobre el boro, puedes consultar el sitio oficial del museo.
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