En esta ocasión decidí desviarme un poco de los artículos que suelo escribir para la página y dedicar un poco de tiempo para hablar sobre la concepción del feminismo en Japón. Para ello me basé en el texto de Sarah Collins Dalke que pueden revisar para su versión en inglés.
El tema del feminismo en japón es extenso, complicado, diverso e incluso en ocasiones contradictorio frente al feminismo occidental. La definición americana u occidental de feminismo, se entiende como la idea de que la mujer no está completamente liberada hasta que tiene autonomía completa como individuo para construir su identidad como guste, o que debe ser definida por separado, y no en cuanto a referentes masculinos.
En una sociedad como la de Japón, en la que la mayoría de la gente “está cómodamente situada en cuanto al rol asignado dentro del grupo” (Buckley, 63), la variante particular de feminismo individualista americano no tiene sentido al momento de establecer objetivos feministas. El feminismo de De Beauvoir, por ejemplo es la base del feminismo occidental que tiene por objetivo actualizar el potencial individual. Allen por otro lado enfatiza la diferencia del contexto cultural para determinar qué significa feminismo, y también señala el rol fundamental que el lenguaje desempeña. No estar expuesto a diferentes culturas previene a la gente concebir la forma de ver el mundo desde un segmento totalmente distinto de la población. En años recientes se ha reconocido que hay distintos feminismos, y que el concepto de éxito o igualdad puede ser relativo de una cultura a otra.
Japón, que es una cultura radicalmente diferente (las mujeres tienen su propio modo de hablar y escribir, el trabajo del hogar se ve como virtuoso y no como simples tareas domésticas) tiende a ser malinterpretado. La comunidad japonesa que está en la mentalidad de la comunidad es completamente distinta al pensamiento occidental. A diferencia de la cultura occidental, el concepto de feminismo en Japón no necesariamente se refiere a que cada mujer deba ser definida como un ser autónomo. El componente individualista del feminismo estadounidense no es relevante para todas las culturas, como en la cultura japonesa en la que las personas “dan mayor importancia a su identidad dentro de un grupo que a su identidad independiente o individual” (Buckley, 63) en particular.
Dicho esto, dos conceptos importantes que se presentarán más adelante son el de amae (dependencia indulgente) y lenguaje de mujeres (onna kotoba), un patrón distinto de lenguaje que es utilizado por las mujeres.
Feminismo en Japón: Amae y pensamiento dependiente
Muchas personas se preguntan por qué el feminismo en Japón es “conservativo” o “tímido”. Piensan que la brecha de género en el sueldo es mayor en Estados Unidos debido a que pocas mujeres ascienden a puestos altos en corporaciones. Cómics pornográficos se venden en cada puesto de revistas, muchos con ilustraciones de violación o acoso sexual a mujeres; todavía hay ideas limitadas del ideal de cómo debe comportarse una mujer; se espera que las mujeres sirvan té en todos los eventos sociales; las mujeres divorciadas son estigmatizadas pero los hombres divorciados no; las mujeres todavía son manoseadas en el metro. Las últimas dos frases son las principales objeciones del activismo feminista, pero el resto son problemas en menor medida.
En Japón no hay muchos intentos de derribar los roles de género. Esto se debe a la rigidez que ha existido en los roles de género por siglos. Una prominente feminista japonesa, Ueno Chizuko, resume las diferencias entre los feminismos estadounidense y japonés, argumentando que las feministas estadounidenses exigen libertad individual dentro del contexto de una ideología histórica de libertad e independencia. “[La sociedad estadounidense] se desarrolló de una manera casi artificial. Es una sociedad reciente, que hizo elecciones fuertes y deliberadas en tales temas como los derechos individuales y la libertad. Se desarrolló de una manera muy planificada o consciente, y el movimiento feminista se desarrolló dentro del contexto de libertad asociado al de la autonomía del individuo” (Buckley, 278).
Es necesario comprender el concepto de amae y cómo es relevante para la cultura japonesa para comprender cuántas mujeres japonesas están conformes en ser concebidas como madres y cuidadoras. Amae, un término acuñado por Doi Takeo en su Anatomía de la Dependencia describe la relación que existe entre una mujer sobreprotectora y un niño inmaduro, egoísta incluso. Esto funciona en el gran marco social japonés de “la nación como familia”, una actitud de la cultura japonesa “ansiosa de lograr objetivos de unidad nacional e industrialización” (Buckley, 23) después de que Estados Unidos los obligó a abrir su comercio en 1868. Las dinámicas de esta relación son evidentes en la cultura japonesa, y explican en gran medida la actitud hacia el éxito individual.
Por ejemplo, en un caso común de madres japonesas que ayudan a sus hijos a prepararse para los procesos rigurosos para ser admitidos en una escuela prestigiosa, una feminista observa que los hijos dependen tanto del apoyo de sus madres que “casi parece que la motivación más fuerte es complacer a la madre, en vez del éxito individual” (Buckley, 286). También explica una de las diferencias fundamentales entre la sociedad japonesa y la estadounidense: “Las lenguas europeas no tienen un equivalente a la palabra amae”, que “implica una falta de reconocimiento social y necesidad de sentimientos de dependencia y deseo de ser amado en Occidente. La preocupación estadounidense de independencia previene que nos demos cuenta de la medida en que necesitamos de esa “dependencia indulgente” expresada por la influencia positiva del amae en aspiraciones educativas a través de relaciones estadounidenses de padre-hijo y de maestro-alumno.
Por lo tanto, en la cultura japonesa las madres son reverenciadas por su rol de cuidadoras. Es por eso que el feminismo en Japón nunca ha tenido por objetivo destruir los roles sociales y de género, porque la mayoría de mujeres japonesas se encuentran relativamente satisfechas de su posición. No hay un increíble deseo o presión social por expresar la identidad de uno, y no se trata de cuestiones relacionadas con la familia, ya que muchas mujeres consideran que eso es parte importante de su identidad, y no se sienten oprimidas como en el caso de las mujeres estadounidenses. Sin embargo, las feministas han llevado a cabo cambios que mitigan la estigmatización de la mujer que desea emprender una carrera por el bien de su éxito individual sin ser percibidas como egoístas. Amas de casa japonesas, que usualmente tienen también una profesión llevan a cuestas una gran carga de responsabilidad y poder. Una feminista escribe que “En la cultura del este asiático encontrarás que las mujeres tienen un poder tangible en la casa. Esto es frecuentemente rechazado por feministas no asiáticas que argumentan que ese no es un verdadero poder, pero yo estoy en desacuerdo. La mujer japonesa ve el estatus bajo que tiene la ama de casa en Estados Unidos y siente que es denigrar un rol social fundamental – ya sea ejecutado por un hombre o una mujer” (Buckley, 278-79).
El movimiento feminista japonés ocurrió paralelamente al de Estados Unidos, pero muchas feministas japoneses dicen que ocurrió independientemente y no fue influenciado por mujeres estadounidenses, que eran percibidas como radicales e inestables. “Las mujeres en el movimiento [estadounidense] era presentadas como excéntricas”, explica Aoki Yayoi. “Los medios se enfocaban en eventos aislados como las ceremonias de quema de sostenes y las protestas violentas en el concurso de Miss America. Esa fue la primera impresión del movimiento estadounidense en Japón. Las feministas japonesas no estaban ansiosas de ser identificadas con todo esto… tenían precaución de no dar una imagen errónea a los medios” (Buckley, 13). La presión de no excederse en sus protestas refleja la sensibilidad japonesa de vivir en apartamentos contiguos y la necesidad de civilidad y cortesía. Ide Sachiko, incluso cita el hecho de que las mujeres japonesas estaban conscientes de que tenían una esperanza de vida de 80 años para planificar y divorciarse de sus esposos y ser madres solteras o tomar posicionos no convencionales, pero significaría aislarse de una estructura social elaborada, quedándose financieramente e incluso físicamente sin apoyo. En este aspecto, “el sistema estadounidense es mucho más flexible y ofrece más mecanismos de apoyo a las mujeres que deciden ir por su cuenta”.
Algunas manifestaciones feministas estadounidenses parecen no tener mucho sentido en un contexto japonés. Por ejemplo, se han hecho esfuerzos tentativos para instaurar un “Take Back the Night” para referirse a la problemática del acoso sexual. Sin embargo, debido al hecho de que “las estadísticas japonesas de violación por extraños son muy bajas”, y la mayoría se llevan a cabo por conocidos y familiares, Ueno Chizuko, una de las feministas japonesas más conocidas, cree que “tienen que desarrollar campañas que sean acorde a nuestras vidas y no que sigan tendencias de Estados Unidos que son muy específicas a las condiciones de esa sociedad” (Buckley, 288).
Hasta aquí concluye la primera sección sobre el feminismo en Japón. En la segunda sección se hablará del concepto del lenguaje de mujeres, se dará un ejemplo en el caso de las Geishas y se darán algunas conclusiones.
Buenas Rodrigo,
primero agradecerte este útil artículo, y además quería preguntarte: cuando citas a Buckley, ¿es una especie de manual o artículo? Si es así, podrías facilitarme el título.
Muchas gracias. Un cordial saludo.