De acuerdo al mito japonés, los terremotos se deben a un pez gato gigante conocido como Namazu u Ōnamazu. Namazu es considerado un yōkai que se asocia a la mala suerte y a los desastres. Con el movimiento de su cola puede hacer temblar a la tierra y le gusta causar caos.
Ōnamazu sólo puede ser controlado por el dios Kashima, quien con la ayuda de algunas piedras angulares empuja al pez hacia las profundidades para inmovilizarlo. Sin embargo en ocasiones Kashima se llega a cansar o a distraerse de su labor y Namazu surge para causar un temblor.
En el tiempo de Tokugawa (1603-1868) el pez gato gigante era una deidad del río que se asociaba a desastres naturales, que causaba inundaciones o lluvias fuertes. En tradiciones más antiguas, el Ōnamazu actúa frecuentemente como un anunciador de desastres, advirtiendo a las personas de una catástrofe inminente o devorando dragones de agua para prevenir una calamidad.
Los terremotos se explicaban por los movimientos de deidades o criaturas que cargaban las principales islas de Japón. Criaturas como dioses, gigantes, bueyes, dragones, serpientes o peces se consideraron como los que cargaban a las islas. Para el siglo XVIII el Ōnamazu reemplazó a todos estos seres en el imaginario popular. Durante el siglo XIX y después del terremoto de Edo (Tokyo hoy en día) en 1855, se consideró como un castigo del namazu a la avaricia del hombre, lo que obligó a que las personas redistribuyeran sus riquezas. Así pues, al namazu se le consideró como un dios que cumplía con la rectificación del mundo.
Las imágenes clásicas del namazu (hoy en día hay más de 300) existen a partir de aquel terremoto. Los artistas trataban de plasmar un aspecto positivo del temblor, ilustrando cómo después del desastre venía una redistribución de la riqueza. El namazu también se utilizó como sátira, ya que representaba a un dios bueno para nada, una criatura cobarde que sólo actuaba cuando los dioses no estaban, y como una referencia a la aristocracia y a los servidores públicos ineptos.
Existen varias versiones del mito con pequeñas modificaciones; en algunas historias el dios no utiliza una piedra, sino una espada para clavar al namazu en el suelo. De acuerdo a otra versión es Kadori quien controla al pez gato con la ayuda de una calabaza mágica. En otras ocasiones se representa al villano como una anguila gigante (Jinshin Uwo) o un gran escarabajo (Jinshin Mushi).