28 marzo, 2024

Danchi, o la cara del Japón moderno

Las brechas no son solamente generacionales, sino multiculturales

El danchi es una yuxtaposición de la tradición de los ancianos japoneses y un nuevo estilo de vida de los residentes internacionales jóvenes.

Una caminata a través de Shibazono Danchi en Kagawuchi, prefectura de Saitama en un fin de semana y podrás encontrar niños gritando de emoción. Corren a lo largo del área de juegos común, o chapotean en la la fuente del complejo mientras los residentes más ancianos disfrutan de un paseo al fondo. Los bloques departamentales de hasta quince pisos, con balcones decorados con colorida ropa de lavandería, rodean el patio.

Pero lo que lo convierte en una vista inusual es que los niños hablan mandarín, aderezado con algunas palabras en japonés, mientras que las madres conversan en chino.

Estas escenas se volverán cada vez más comunes en todo el país mientras el gobierno lentamente introduce un nuevo estatus para residentes extranjeros. Este movimiento es parte de una serie de medidas que tienen el objetivo de asegurar la tan necesitada mano de obra en un país con una población obrera que va disminuyendo.

Mientras Japón se dirige a volverse un país étnicamente diverso y multicultural, los residentes viejos residentes de Shibazono Danchi están descubriendo las nuevas complejidades de vivir con nuevos inquilinos provenientes de diferentes culturas. Los nuevos retos ofrecen una mirada de cómo tendrá que ajustarse Japón con un esperado flujo de trabajadores extranjeros jóvenes en un país que se vuelve viejo y que tiene poca experiencia en recibir trabajadores de cuello azul.

Denuncia de un inquilino en japonés y en chino sobre otros inquilinos arrojando basura por la ventana.
Denuncia de un inquilino en japonés y en chino sobre otros inquilinos arrojando basura por la ventana.

“La mitad de los cinco mil residentes de este danchi son extranjeros debajo de los 30, mientras que la otra mitad son japoneses mayores de 60,” dice Hiroki Okazaki, de 37 años, un residente de Shibazono Danchi. Más del 90% de los residentes extranjeros se cree que son chinos, agrega.

“Este lugar es como una representación de cómo se verá Japón en el futuro, sólo que en escala pequeña,” dice Okazaki, un mienbro de la sociedad de residentes del danchi.

Muchos de los ancianos japoneses que habitan en Shibazono Danchi llegaron durante una fiebre nacional de construir unidades habitancionales en los sesentas y setentas para cubrir la escasez de hogares en aquel entonces. Los residentes permanecieron después de ver a sus hijos crecer y mudarse a otro lugar.

Pero el danchi también sirve como una opción para vivir para los no japoneses, no sólo porque es una renta más económica y un contrato libre de depósito, sino también su receptividad en un mercado de bienes raíces donde la discriminación es a veces hasta descarada: Una investigación del ministerio de justicia reveló que en el 2017 a alrededor del 40% de los residentes extranjeros se les había rechazado la tenencia en algún punto por no ser japoneses.

Estos factores combinados han creado complejos habitacionales que sirven principalmente como hogares para los extranjeros y los japoneses ancianos.

Pero en ocasiones, los diferentes estilos de vida y las costumbres han generado choques en los danchi. En el caso de Shibazono Danchi, un tabloide de una revista reportó en el 2010 que el complejo, situado en el distrito de Shibazono, se volvía en un “Danchi Chino”, y detallaba las quejas de los japoneses sobre cómo los inquilinos extranjeros no seguían las reglas más básicas sobre tirar la basura, llegando incluso a arrojarla desde la ventana.

“Coincido que en algunos casos los nuevos inquilinos pueden ser groseros y arrojar la basura sin cuidado,” dice Kim, una señora de 38 años proveniente del noroeste de China. Vivió durante cinco años en el danchi antes de mudarse a otra parte. También comentó sobre cómo hay una diferencia cultural significativa en la forma de tratar la basura entre China y Japón.

“Tú eres el que tiene que pagar cuando desechas cosas como electrodomésticos o muebles en Japón, pero en China hay gente dispuesta a comprar lo que desechas,” dice Kim, refiriéndose a que el tratamiento de basura es básicamente gratuito, si no es que una oportunidad para ganar un poco más de dinero.

Shibazono Danchi
Shibazono Danchi

Katsuji Nirasawa, residente de 74 años de edad y que lidera la asociación de residentes del danchi dice que la situación ha mejorado en la última década, y los problemas de basura y de ruido no son tan frecuentes como antes.

La mejora en las condiciones tal vez se deba a una combinación de factores, incluyendo esfuerzos por mejorar las relaciones con los extranjeros. Estos esfuerzos fueron llevados acabo por la asociación de residentes en conjunto con un grupo de voluntarios universitarios llamado Shibazono Kakehashi Project, con el objetivo de construir puentes (kakehashi) entre culturas.

En el 2012, la administración del danchi aceptó poner a un intérprete chino en el complejo. Los eventos fueron planeados para promover el entendimiento entre residentes, terminando con el lanzamiento de Shibazono Kakehashi Project en el 2015. Su objetivo era unir a los residentes, sin importar la edad o nacionalidad, para eventos regulares. También buscaba nuevas perspectivas de los mismos estudiantes.

A pesar de la drástica mejora en las relaciones, los residentes todavía matienen la distancia unos de otros. “La asociación de residentes ha trabajado duro para mejorar las cosas para nosotros, pero no creo que todo mundo lo entienda,” dice Fujii, una mujer de mediana edad. “Es que los residentes japoneses y chinos no ‘viven juntos'”, dice ella, utilizando la palabra kyosei, que significa “buena relación”. “Simplemente coexistimos”.

Esta coexistencia estable pero incómoda puede ser en cierto grado un caso de éxito, dependiendo de cómo se mire. 


Letrero en la entrada de Icho Danchi

Icho Danchi, construido a inicios de los setentas, vio un flujo de residentes extranjeros alrededor de los noventas, la mayoría provenientes de Vietnam y de Camboya. Esto fue en gran parte por el centro de apoyo a refugiados indochinos que se encontraba cerca.

Con más de 20 años de experiencia tratando con residentes extranjeros, Icho Danchi se ha separado de otros danchi creando su propia asociación de residentes, una ONG local y una escuela primaria para que colaboren para integrarlos a la comunidad.

Hasebe dice que aunque ha ayudado a resolver problemas transculturales, parte de la tensión entre los residentes se debe a que “los ancianos simplemente se acostumbran a la situación”. En la opinión de Hasebe, “No es que los residentes estén en buenos términos, sino que terminan aceptando la situación.”

La falta de valores comunes para unir a los residentes del danchi no es solo un asunto de nacionalidad o cultura, también de diferencias generacionales. “Problemas obvios y muy visibles como tirar basura al piso o hacer ruido muy tarde definitivamente han disminuido. Pero los ancianos continúan envejeciendo, y algunos se han aislado y mueren a solas. Los residentes no japoneses también están envejeciendo. Los problemas del danchi no son tan visibles ahora, pero tampoco han sido resueltos.”

Algunos residentes que han vivido por mucho tiempo en el danchi dijeron haberse resignado a las circunstancias actuales, recordando un tiempo ya pasado. “Este danchi ha cambiado. La gente ya no se ayuda como antes. En el pasado estábamos en buenos términos, nos saludábamos y nos preguntábamos cómo nos iba,” recuerda Ichi Kawaguchi, una residente de 85 años que lleva casi cuátro décadas en el complejo.

Kawaguchi dice que la falta de comunicación con sus vecinos actuales, sean o no japoneses, no la entristece. Algunos residentes “se aprovechan si te les acercas. Hablan mal a tus espaldas. Es por eso que es mejor hablar con gente no muy cercana.” dice mientras se sienta en el pasto a conversar con una residente que acaba de conocer.

Yoshiko Inaba, profesora en la Universidad de Tokyo Hosei, y experta en la historia de estas residencias, dice que antes los residentes eran de más o menos la misma generación y tenían modos de vida similares. “Eso significaba que si el niño de tu vecino de arriba era ruidoso, todos tenían que ceder un poco.” Pero la demografía ya no es la misma en el caso de muchos danchi. “Ahora las familias con niños jóvenes viven en un espacio de ancianos que quieren paz y tranquilidad,” dice Inaba. “Y encima de eso, no necesariamente hablan el mismo idioma.”

El problema es de múltiples capas, porque “no es un problema sólo de nacionalidad, sino de brechas generacionales.”

Un letrero en diferentes idiomas en un parque de Kawaguchi.
Un letrero en diferentes idiomas en un parque de Kawaguchi.

La tendencia de los nuevos inquilinos a ser jóvenes y altamente móviles significa que tienden a ver al danchi como una residencia temporal en lugar de un hogar permanente como lo ven los ancianos japoneses. Eso significa que se deben construir nuevas relaciones y las reglas se deben enseñar nuevamente en cada ocasión, un proceso extenuante y sin fin.

Cao Liangliang, arquitecto de 30 años y que ha vivido en Shibazono Danchi por un año admitió que nunca ha tenido la oportunidad de conocer a los vecinos porque siempre está ocupado en el trabajo. Cao dijo que planeaba regresar a China el siguiente año porque quería que su hijo de 3 años aprendiera chino, y porque tiene altas expectativas de la economía china.

Keizo Yamawaki, profesor en la Universidad Meiji en Tokyo, quien se especializa en políticas migratorias, cree que implementando una estructura legal bajo la cual los gobiernos locales puedan trabajar podría crear un proceso de integración con menos problemas. “Japón está muy por detrás que otros países en promover la integración de migrantes porque no hay una ley que sirva de base para los nuevos inquilinos,” dice.

“Las municipalidades han tenido que hacerlo a tientas y por su cuenta por ya más de 30 años, el gobierno necesita crear una base legal para promover la integración para que las municipalidades puedan proveer el apoyo necesario,” agregó Yamawaki.

Para Ichiro Watado, profesor emérito en la Universidad de Meisei en Tokyo y quien se especializa en sociología urbana, es necesaria la conciensa del interculturalismo. “Es esencial estar conciente de que le interculturalismo implica muchos temas,” dice Watado. “Desde la educación y el cuidado de salud hasta leyes y decretos, debemos tomar en cuenta las múltiples caras del interculturalismo.

Dadas estas complejidades, ¿qué se puede hacer?

Vivir con gente de diferentes culturas “puede ser difícil, especialmente porque hace muy aparentes las diferencias en estilos de vida,” dice Okazaki, residente de Shibazono Danchi.

“Lo que termina en que debes conocer a tus vecinos. Se trata de mantener una relación balanceada con otros inquilinos.”

Akira Sasaki, de 74 años, un trabajador del servicio postal que ha vivido en Shibazono por cuarenta años, parece despreocupado sobre el aumento de residentes no japoneses. “Mis vecinos son extranjeros y eso no me preocupa. Después de todo, conozco algunas personas chinas.”

De aceurdo a Inaba, el interculturalismo “es un proceso continuo y no hay una forma o solución final.” Pero agregó que también significa que la siguiente vez que un inquilino no japonés llegue, los residentes ya están familiarizados con el proceso. “Ya sabemos que al nuevo inquilino se le debe enseñar las reglas locales.”

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