28 marzo, 2024

Los kamikaze, ¿mito o realidad?

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La palabra kamikaze normalmente se asocia a los pilotos japoneses que durante la Segunda Guerra Mundial volaban sobre naves de guerra estadounidenses y colapsaban en un acto suicida contra ellos para destruirlos. La imagen de los kamikaze es la de pilotos fuera de sus cabales a los que no les importaba perder su vida con tal de garantizar la supervivencia de Japón.

La palabra kamikaze (神風)  literlmente quiere decir “aire divino” y se refiere a un fenómeno que salvó a Japón en tiempos antiguos, alrededor de 1274, cuando los Mongoles intentaron una invasión. La flota de Kublai Khan fue diezmada por un tifón en la isla de Kyushu al sur de Japón. Así como este evento milagroso salvó a Japón de caer en manos de los mongoles, se esperaba que los pilotos que eran la última esperanza de Japón, salvaran al Emperador.

Hoy en día, los kamikaze son vistos como suicidas, homicidas, místicos y hasta completamente locos. Supuestamente estos pilotos eran capaces de convertir su avión en una bomba y sacrificar sus vidas para causar el mayor daño al enemigo.

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En realidad, los pilotos japoneses tenían un entrenamiento riguroso en combate aéreo que nunca antes se había visto.  Se decía que los pilotos japoneses volaban utilizando técnicas peligrosas, erráticas, en las que se dejaban caer, y otras formas impredecibles de vuelo.

Después de la Segunda Guerra Mundial se hicieron varias predicciones de dichos comportamientos de vuelo que nunca fueron comprendidos completamente por estadounidenses y europeos. Las explicaciones provenían de cosas comúnmente dichas sobre los pilotos kamikaze bajo la máscara de que venían “de alguien que estuvo ahí”.

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Muchas de las explicaciones no entran en profundidad en hechos, y son solamente impresiones de personas occidentales sobre la “mística” cultura japonesa. Los pilotos japoneses a fin de cuentas eran humanos, con miedo, como cualquier otro piloto en guerra.

Las historias de los kamikazes tienden a deshumanizar a los japoneses, aún y cuando estas historias son de sucesos de hace más de siete décadas, se sigue pensando que los japoneses son suicidas, caóticos y locos. Existen sin embargo, explicaciones más lógicas de por qué los patrones de vuelo extraños de los pilotos y por qué los atentados suicidas.

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Muchos de los pilotos eran forzados a cumplir con misiones suicidas por oficiales de mayor mando. Dado que en el sistema militar, y en la sociedad japonesa el cumplimiento de una orden de un superior es norma, muchos de los “voluntarios” que se ofrecían para dichas misiones más bien eran obligados por presión de grupo. En estas misiones no participaban altos mandos, o pilotos de ascendencia política o empresarial importante. Sin embargo, los demás eran forzados a participar, o los que rechazaban eran mandados al frente de guerra, donde la muerte era segura.

Emiko Ohnuki-Tierney

Emiko Ohnuki-Tierney, antropóloga americano-japonesa, publicó un libro titulado Kamikaze Diaries: Reflections of Japanese Student Soldiers (Diarios de Kamikaze: Reflexiones de Estudiantes Soldados Japoneses). En este libro hizo una recopilación de cartas, poemas y diarios de pilotos japoneses. En ella revela la desesperación de muchos pilotos antes de volar, al contrario de la creencia popular de que estas personas estaban dispuestas a sacrificar sus vidas. En una carta escrita por Kasuga Takeo, uno de los pilotos, relata que:

En el salón donde se llevaban a cabo las fiestas de despedida, los jóvenes oficiales estudiantes tomaron sake frío la noche antes de sus vuelos. Algunos lo tomaron en un trago; otros continuaban tomando [grandes cantidades]. Todo el lugar se convirtió en un caos. Algunos rompieron los focos con sus espadas. Algunos tomaron sillas para romper las ventanas y rasgaron los manteles. Una mezcla de canciones militares y conjuras llenaba el aire. Mientras algunos gritaban de rabia, otros lloraban en voz alta. Era la última noche de sus vidas. Ellos pensaron sobre sus padres, sus rostros e imágenes, las caras de sus amantes y sus sonrisas, de sus últimas despedidas a sus prometidas -todo pasó por sus mentes rápidamente. Aunque supuestamente estaban listos para sacrificar su bella juventud a la mañana siguiente por el Imperio de Japón y por el Emperador, estaban destrozados más allá de lo que las palabras pueden expresar -algunos poniendo sus cabezas sobre la mesa, otros escribiendo sus deseos, otros en posición de meditación, algunos dejando el salón y otros bailando eufóricos rompiendo jarrones de flores. Pero esta escena de absoluta desesperación no se reportó.

 

 

 

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